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Mis primeros 200 kilómetros

Hace algo más de dos semanas tuve el agrado de debutar mi primera experiencia en ultraciclismo: La Brevet 200 “Vuelta al cajón del Maipo”.

Todo comenzó como siempre me ocurre en la bici: desde la amistad. Aldo, un buen amigo de la comunidad a la que pertenezco CAP (Comunidad de Amigos del Pedal @capciclismo) dijo: ¿Y si vamos a la brevet 200? ¿Quién se suma?, y como siempre también sucede en ciclismo: planteado el desafío aparece el ciclista! ¿Alguien ha hecho 200 kms? No, pero vamos!


Lamentablemente, no todos alcanzaron inscripción, sucede que este magno evento es muy requerido (algo así como comprar una entrada para un concierto masivo, como una entrada early bird para Primavera Sound, por poner un ejemplo). Sin embargo, para un ciclista motivado cuando se trata de andar en bici, los obstáculos tienen que ser más grandes, y así, contraviento y marea, se armó un grupito de amigos inscritos y piratas.


Como buenos novatos nos preparamos, compartimos experiencias, compramos el chaleco reflectante, juntamos nuestras herramientas y repuestos, hablamos sobre bolsos ¿qué bolso es mejor para esta brevet toptube o frontbag?, luces ¿Cuántas llevo?, comida ¿Cuánta llevo?, y la ropa ¿Cuánto me abrigo? ¿Tricota, cortaviento y chaqueta, o no? Toda una logística importante. Claro, estoy segura que, probablemente, estas conversaciones trascendieron de grupo en grupo, porque si hay algo que se siente desde el día uno en el ultraciclismo y en específico la brevet, es la comunidad pedalera.


¿Y seremos capaces? En alcanzar un nuevo récord siempre existe una gota de incertidumbre. Para mí, hablar de 200 kms era una cosa seria, no había pedaleado más de 153 kms, tenía que ser independiente, autosuficiente, estudiar la ruta, cargarla en mi dispositivo. Sabía que existía una alta posibilidad de terminar de noche (por el horario invierno), y porque en definitiva, es la esencia del ultraciclismo y de las brevet. Me preparé para eso. Había que confiar en los entrenamientos, en uno mismo, el equipamiento, encontrar el ritmo, y no dejarse llevar por los miedos.

Así, llegó el sábado 14 de mayo de 2022, a las 8:00 am, estábamos listos para la aventura: recorrer 205 kms con 2.500 de altimetría en un máximo de 12 horas y 30 minutos. La brevet 200 con más altimetría de la historia chilena.


Tuve el gusto de recorrerla completa con mi amiga Valentina. La disfrutamos desde el comienzo, sin prisa, hicimos un trabajo colaborativo femenino, marcamos el ritmo en dupla, nos ayudamos mutuamente, contemplamos el maravilloso paisaje otoñal que nos acompañó con una temperatura que -contra todo pronóstico- estuvo muy agradable, sacamos fotitos, nos comimos un buen pan amasao recién salido del horno, nos reímos, gozamos de la compañía de los amigos que nos cruzamos en el camino, a veces un grito: vamos Vale! vamos Eli! o sólo un vamos! Caras y sonrisas conocidas, ánimos y saludos.


Recibimos la energía que no da ningún gel: la de los amigos que nos esperaban cerca de las Melosas sólo para darnos ánimos, y la de los mismos amigos que se devolvieron para que llegásemos todos juntos al Alfalfal (a pesar de que ellos ya habían subido) y después juntos a la meta. La comunidad se palpaba, se sentía.

Llegamos con algo de holgura a todos los puntos de control: Punto de control N° 1, km 55 La Muralla: 10:14 AM; Punto de control N° 2, Km 105 Las Melosas: 13:30 PM aprox; Punto de control N° 3, Km 167 El Alfalfal: 16:51 PM; Punto de control N° 4, Km 205 La Meta: 18:50. Así, aproximadamente a las 19:00 horas terminamos nuestra primera Brevet en 8 horas 50 minutos, una velocidad promedio de 23 km/hr, más alrededor de 2 horas de pausas. Y al final, después de los 200 kms, la experiencia en el cuerpo, de las felicitaciones y celebraciones comunitarias, te preguntaban ¿inscrito o pirata? Sonrisas. Para el logro no era relevante, festejamos comiendo todos juntos. Sólo importaba para el timbre del certificado conocido como brevet.

Fue un evento inolvidable, me impregné de la camaradería y del espíritu no competitivo y colaborativo del randonneaur. La historia de todo lo que envuelve esta disciplina es maravillosa, fácil de sentir, pero difícil de encontrar de manera unificada. Hay revistas, documentales, todo en diversos idiomas, y aunque no fue tan accesible, me alegró descubrir por ej., entre otras cosas, que en la historia de su desarrollo no se ha excluido a las mujeres, y que alarga la edad de los participantes.


Desde 1931 el Club Audax Des Parisien organiza la Paris Brest Paris en versión randonneuring (cicloturista). Es sorprendente saber que desde 1931 ciclistas del mundo reúnen sus distintas brevet de 200, 300, 400 y 600 kms, para correr la Paris Brest Paris de 1.200 kms en Francia. Y así se ha mantenido esa energía cósmica universal hasta el día de hoy. Fuimos parte de eso. ¡Quizás en alguna parte del mundo ahora se está corriendo una brevet!


Finalmente, es asombroso cómo cambia la mente, los utópicos y cautelosos 200 kms se convierten en realidad, la visión acerca del cuerpo cambia, es posible más, y el próximo reto podrían ser los 300, después 400 kilómetros, es increíble. El buen ánimo para disfrutar y la mente clara para administrar la energía, controlar el ritmo, solucionar y enfrentar contratiempos o divergencias adquieren relevancia como en la vida misma.


Una historia que sin duda repetiría, pues leí por ahí que no se debe olvidar que el ciclismo de ultra distancia más que rodar sin parar, es una experiencia personal entre el ciclista, su bicicleta y su entorno, una filosofía que comparto plenamente.


Agradecimientos especiales a @brevetchile por la organización de tan lindo evento, a @valita.ph y @jaligan por las fotitos bonitas, a los amigos que me acompañaron antes, durante y después (fueron esenciales), y a todos aquellos amigos con los que me crucé, sonrieron y gritaron, hicieron que fuera una bellísima experiencia.


-Elizabeth Barraza Gougain

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