Romina Díaz: La primera mujer en coronar el Everesting en Chile
Actualizado: 23 dic 2020
¿Qué es el Everesting? Definido así en su propia página oficial (www.everesting.cc), el concepto de Everesting es diabólicamente simple: elige cualquier montaña, en cualquier parte del mundo y completa repeticiones en una sola actividad hasta escalar 8.848 m, la altura equivalente al monte Everest. Completa el desafío en bicicleta, a pie o virtual, y encontrarás tu nombre en el Salón de la Fama, junto a los mejores escaladores del mundo.

Romina Díaz, ciclista hace más de 15 años se atrevió a este enorme desafío, buscando ser la primera mujer en realizarlo en nuestro país. Te invitamos a conocer su relato a continuación.
¿Dónde lo hice? Lagunillas, Cajón del Maipo, Chile (8 ascensos para lograr el objetivo)
¿Cuándo? El 26.11.2020
¿Cuántas horas? En movimiento 19 horas, con 53 minutos y 52 segundos.
¿Como nació la locura de llevar a cabo? Acá la historia…
El 25 de julio fue el primer intento de realizar el vEveresting (Everesting virtual en Zwift) junto a Andrés, mi amigo de rutas. Ninguno logró completarlo por diferentes motivos, ya sea por cuidado de los niños como por problemas técnicos como que la aplicación Zwift se cerró de forma inesperada.
15 de agosto fue el segundo intento, esta vez mi amigo Andrés sí logró el objetivo. A mí, problemas técnicos entre la aplicación Zwift, bluetooth y rodillo me impidieron terminar el desafío. Luego de esto, apareció la idea… ¿Cómo será hacerlo en la modo real? Intentemos a ver cómo nos va. "OK" fue la respuesta.
¿Qué montaña? Lagunillas, es nuestra montaña, vivimos cerca y conocemos de memoria la dificultad.
En un principio la fecha original era en octubre, con toda la fe que en esa fecha la cuarentena en nuestras comunas desaparecieran y el toque de queda también.
No podíamos salir a entrenar, Zwift se transformó en la plataforma de entreno y realizamos el plan “Gran Fondo” de Zwift que consta de 8 semanas, 5 días a la semana. Para hacerlo más ameno nos organizamos para hacer el entreno juntos ya fuese muy temprano o muy tarde. En ocasiones se unían otros integrantes del equipo y así sucesivamente con varios entrenamientos para sumar horas sobre la bici, pero… se extendió el toque de queda, la cuarentena siguió y tuvimos que cambiar la fecha para noviembre, y así quedó.
Le contamos la idea de hacer el Everesting a nuestra gran amiga Nadia, que de forma inmediata nos ofreció acompañarnos y ser el soporte que requeríamos para este gran día… Se necesita mucho un apoyo de un auto que esté pendiente de cualquier problema, pueda ir abasteciendo y sobre todo, dando ánimo.
Y llegó el día… 5 de la mañana salimos de casa, pasamos al típico servicentro por un cafecito y un pancito aliado que no falla… 6:58 en punto partimos, yo siempre pensando que estaría en el día pedaleando, pero no en la noche.
Nuestra amiga Nadia nos siguió los primeros kilómetros, siempre cuidándonos… ya más arriba nos obligaba a hidratarnos y alimentarnos. ¿Lo mejor? Esa Coca-Cola de 200cc al seco que era la medida justa que necesitaba para el segundo aire.
Nos alimentamos e hidratamos con isotónicas, agua con/sin gas, Coca-Cola, naranjas, plátanos, frutos secos, compotas, gomitas, barras de cereal, arroz, atún y un batido de proteínas.
Lo más duro sin duda fue que durante el desafío, llegamos a los 42°c de temperatura. Personalmente la cuarta subida fue la más dura de todas, con el sol pegando en mi cabeza y espalda, me cuestioné qué hacía ahí, no tenia sentido, estaba sufriendo, pero algo dentro de mí y pensar en mis dos hijos me hizo seguir. Ya estaba ahí, si paraba igual teníamos que esperar a mi amigo terminar, asique también fue parte de la motivación de continuar.
Resumiendo, este desafío por ningún motivo podía realizarlo sin apoyo o algún tipo de soporte, para tantas horas, el cual fue fundamental.
Lo más emocionante de todo, fue que cuando llegó la tarde eso de las 18:00 horas, poco a poco comenzaron a llegar nuestros amigos del club, quienes nos gritaban, nos seguían en sus autos, nos llevaron más bebidas, agüita y por sobre todo ese grito de alentando que te dice que sí puedes lograrlo. Ya estás ahí, “voh dale “, “pedalea ctm” son frases que me alegraron el alma, aunque no lo podía demostrar en ese momento por el cansancio, solo quería terminar. Pero en la retina me quedó mi amigo Juanma que llegó en su auto, sus muletas y con su pierna fracturada a acompañarnos, quedándose hasta el final.
Ya en la séptima subida, la penúltima, no me podía las piernas. Me tuve que bajar, mi amiga me ayudó a elongar, me revisaba las caramagiolas y rellenaba siempre porque ya no quería ni hablar, todo me dolía, faltaba poco para ese séptimo segmento. Curva 16 de mi séptima subida llegó mi amigo Andrés, quien ya estaba en su última ascensión. Nos fuimos juntos y él terminó su desafío, descansamos un par de minutos y bajamos nuevamente. Le pedí que por favor me acompañara, eran las 3 de la mañana. “Esto aunque sea caminando lo voy a terminar”, dije. Él sin pensarlo se subió a su bicicleta y me dijo "vamos, que esto lo logramos".
5 de la mañana, llegué a los 8.901, solo me bajé de la bicicleta y me senté en la camioneta, no celebramos nada, porque el cuerpo no me lo permitió. Se me apagó la tele hasta que me despertaron cuando llegué a mi casa.

¿Lo haría de nuevo? Quizás… Farellones sería la montaña.
La clave: Dosificar para subir mejor. En las subida es mejor ser conservadora, siempre el plato pequeño, hazte eficiente, economizando tu energía, trata de centrarte en la técnica. El esfuerzo y el cansancio nos hacen pedalear de manera rara, por ejemplo abriendo las rodillas en exceso, es importante conocerse a uno mismo. Lo ideal es tener un conocimiento previo tanto de la ruta como de nuestro nivel de resistencia, mantener un ritmo constante en el pedaleo, cuidar la alimentación adecuada.
Factores estratégicos, como la combinación de pedaleo (de pie y sentado), la cadencia a desarrollar, la actitud mental, el tipo de entrenamiento, la frecuencia, la intensidad, y por sobre todo sentir que puedes lograrlo, nadie te apura, no debes seguir a nadie, solo eres tú con el corazón el piernas….
Aquí mi respuesta a una última pregunta: ¿por qué? Cuando me dicen que estoy loca por hacer esto, por salir en madrugada o hacer largas rutas, aquí va mi respuesta.
La muerte: de hablar de ella a vivirla, un gran abismo… Nunca estamos del todo preparados para enfrentar la muerte, más aún si se trata de la de uno de nuestros padres, en mi caso ambos. Es una gran adversidad que difícilmente se llega a superar totalmente. Normalmente lo máximo que se consigue es a asumirla y a convivir con ella. Para superarla, al menos en teoría, tendríamos que entenderla y la muerte, en sentido estricto, es del todo incomprensible. Es uno de los grandes misterios de la existencia: quizás el más grande. Obviamente, el modo en el que integremos las pérdidas va a tener mucho que ver con la manera en la que se hayan producido. Una muerte de las llamadas “por causas naturales como mi madre que no la tiene y se fue en el sueño” es dolorosa, pero lo es más un accidente o un asesinato, como mi padre que cayó de las alturas en su trabajo... Si la muerte fue precedida por una larga enfermedad, la situación es muy distinta a cuando se produjo de manera súbita.
También incide la diferencia en tiempo entre la muerte del uno y el otro: si media poco tiempo, el duelo será más complejo. Si, en cambio, el lapso es más extenso, seguramente estaremos un poco mejor preparados para aceptarlo. Realmente no solo se va un cuerpo, sino todo un universo. Un mundo hecho de palabras, de caricias, de gestos. Inclusive, de reiterativos consejos que a veces hartaban un poco y de “manías” que nos hacían sonreír o frotarnos la cabeza porque les reconocemos en ellas. Ahora comienzan a extrañarse de un modo inverosímil... muchas veces te llaman loca, por salir tan temprano, o tantos kilómetros, pero si supieras que a veces tienes todo, a veces no tienes nada y menos a quien recurrir, me entenderías...